domingo, 15 de enero de 2012

PADRE BASILI GIRBAU, OSB. ERMITAÑO

Sabio, místico y eremita de Montserrat



Un sabio que, tras recorrer medio mundo, se retiró al silencio de una ermita en la montaña sagrada de Montserrat. Basili Girbau, el monje eremita, falleció el pasado 23 de diciembre a los 78 años tras una larga y penosa enfermedad. No era un monje cualquiera.Como reconoció en sus funerales el abad del cenobio catalán, Josep María Soler, era un benedictino con «un carisma especial», un sabio, un místico, un santo quizás.

Basili había nacido en Barcelona en 1925, cursó el bachillerato y a los 18 años sintió la llamada de Dios. Y se fue a Montserrat, donde profesó como monje benedictino en 1945. Durante muchos años se dedicó a la investigación bíblica y a la docencia. Y para eso, tras estudiar en varios países, se dedicó a recorrer las tierras bíblicas, donde aprendió el árabe y el hebreo.

En 1973 regresó a Montserrat donde empezó su vida eremítica, que sólo interrumpió unos años, para vivir en el monasterio mallorquín de Benicanella y, en los dos últimos años de su vida, por problemas de salud.

Durante casi 30 años vivió en la ermita de Santa Creu, a una hora de camino del monasterio de Montserrat. Su ermita, una de tantas cuevas que horadan suavemente la montaña sagrada, está cerrada con una cristalera, habilitando un reducido espacio que contiene una cama, una mesa, dos sillas, un hornillo de gas, una estantería con libros, una cruz, un par de retratos de Ramana Maharshi, un sabio hindú de este siglo, y un altar. Lo suficiente para el ermitaño de Montserrat que, durante casi tres décadas se levantaba al alba para pasar el día meditando, rezando y estudiando.
El padre Basili era un enamorado del momento presente. Cuando alguien le preguntaba por el secreto de la felicidad de su vida de ermitaño, respondía: «Vivir. No se trata de filosofar ni de hacer grandes discursos. Estás aquí, ¿qué más quieres? Respiras.Tu corazón palpita. ¿Qué importa el ayer? ¿Qué importa el mañana? Estás aquí. Entonces ríe, ríe a reventar. Tienes lo indispensable.No te hace falta ni más ni menos».

Una filosofía de vida que le hacía estar siempre alegre. En su rostro de luenga y poblada barba nunca faltaba una sonrisa. Porque, como solía decir, «vivo con paz, silencio interior y desprendimiento».¿Y la soledad? El padre Basili decía no conocerla. «La soledad habita en el corazón. Yo no estoy en soledad por vivir en una cueva en plena montaña. Si vives en plenitud no puedes estar solo. Solos están los que viven en uno de esos bloques anónimos, rodeados de centenares de personas pero en medio de una terrible soledad».

En contacto permanente con el Misterio de Dios, Basili consiguió alcanzar la vía de la contemplación mística ayudado por un maestro espiritual hindú, Ramana Maharshi, al que conoció a través de un libro en 1963, y al que definía como «un hombre sin mente, que no necesitaba hacer funcionar su mente, porque Dios había llenado su espíritu».

Como llenó el de Basili que, desde su ermita, escribía libros, para enseñar a la gente a ser feliz, profundamente feliz. «Para que la sociedad sea más justa lo único que tiene que cambiar es el corazón del hombre».

Para superar esas inercias, el padre Basili recomendaba el desengaño.«Porque el desengaño es una cosa muy positiva. Si vives engañado, desengañarte es una liberación. Conforme los hombres se vayan desengañando, surgirá la luz. Se descubrirá lo negativo del engaño y quedará lo que no es engaño», dijo el maestro y se fue al Reino del Desengaño.
Basili Girbau, monje, nació en 1925 en Barcelona, ciudad en la que murió el 23 de diciembre de 2003 .

Entrevista



Por Bru Rovira y Patricio Simón (fotos). Publicada en La Vanguardia el domingo 23 de diciembre de 1990

- ¿Qué sentido tiene vivir entre estas rocas, apartado del mundo?

- El sentido que tú le des.

- ¿Usted qué sentido le da?

- Yo estoy aquí y ahora, hablando con ustedes. ¿Qué más quieren?

- Claro, claro, pero…

- Todo lo demás son elucubraciones.

- Lo que queremos decir es que entre usted y nosotros hay una diferencia: nosotros mañana tenemos que ir a trabajar.

-¡Ja, ja, ja, ja! ¡Éste es el objetivo inmediato! Es algo que hay que hacer y hacerlo lo mejor que uno pueda. Pero lo importante es la realidad total.

El Padre Basili, el ermitaño de Montserrat, nos recibe en el estrecho camino que lleva hasta su pequeña casa encajada en la roca. Dice que ha salido para aprovechar el sol y calentarse los pies, aunque rápidamente nos sugiere entrar al interior del habitáculo donde el único mobiliario es un sencillo altar construido con las ramas de un roble, una cama, una librería, una mesa, cojines, una silla y una estufa de leña. Para llegar hasta este lugar, conocido como la ermita de la Santa Creu, hemos tenido que caminar cerca de una hora, aunque la ermita no se ve hasta que uno se la encuentra de frente, pues está perfectamente escondida entre las rocas.

El padre Basili nos invita a ocupar la silla y los cojines, mientras que él se sienta en el suelo de madera con las piernas cruzadas. Viste una raída sotana que cubre con un grueso jersey de lana marrón modelo Camacho, y se cubre los pies con unas viejas zapatillas de paño. Su larga, poblada y anárquica barba blanca es tal y como los visitantes esperaban que fuera la barba de un ermitaño.

“¿La realidad total?”

El Padre Basili se ríe con ganas y uno se confunde porque su fuerte risa tiene la privilegiada espontaneidad que sólo se encuentra en la risa de los niños.

- Hablaba usted de la realidad total…


- Pilatos le pregunta a Jesús qué es la verdad, y Jesús calla. La gente piensa que la verdad es un enunciado, y la verdad es la verdad.

“Qué es la verdad?”, le pregunta un discípulo a un monje zen. “Sal”, le dice el monje. “Maestro –replica el otro-, todavía no me ha dicho qué es la verdad.” “Entra”, dice el monje. Y así, poco a poco, se va abriendo el ojo interior que te permite entender estas palabras.

- Perdone, pero…

- ¡No os preocupéis de nada! Ni de lo que comeréis, ni de lo que pasará. Buscad primero el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura.

- ¡Hombre!

- Es que cuando digo que no os preocupéis, no quiere decir que no os ocupéis de las cosas. Ocupaos de lo que debáis, sin pre-o-cu-pa-ros demasiado. ¿Queda claro?

- Lo que salta a la vista es que usted pasa absolutamente de lo que más preocupa a nuestra sociedad: dinero, comodidad…

- Lo importante es renunciar interiormente a estas cosas. Cuando uno hace lo que tiene que hacer, entonces se encuentra mejor que todos los demás y tiene todo lo que necesita.

- ¿Usted piensa que los de ahí abajo nos lo montamos mal?

- Ja, ja, ja, ja. ¡Yo no soy nadie para decir si alguien se equivoca o no! Analizad vosotros mismos las consecuencias. El tema no está en si tienes o no tienes un coche o un televisor. Si tienes televisor, ¡bienvenido sea! El problema es saber para qué lo tienes, ser capaz de decidir cuándo lo enciendes y por qué lo haces.

Llaman a la puerta. Es Iñaki, “un aprendiz de ermitaño”. Trae unas medicinas para dos chicos que viven junto a la ermita del Padre Basili. Son dos ex drogadictos con sida, a los que, siguiendo la tradición de hospitalidad benedictina, el Padre Basili ha decidido ofrecer un lugar donde vivir durante una temporada, y a los que ha dejado una pequeña casa construida a escasos metros de la suya.

- Iñaki -explica el Padre Basili- tiene la intención de estarse aquí en la montaña para hacer un trabajo espiritual. Ya veremos qué pasa. Hay que esperar. Yo ya llevo mucho tiempo en esto y he visto a más de uno que lo ha logrado.

- Los otros chicos…

- Uno de estos chicos vino hace dos años. Estuvo aquí durante un mes y medio y superó la dependencia. Luego volvió a trabajar y cayó de nuevo. Llegó aquí hecho un desastre, estaba a punto de morir, piel y huesos. Tenía una pierna totalmente insensible. Poco a poco fue engordando y ahora parece otro.

- También habrá ayudado el cambio de vida.

- Tot plegat, és clar. Miren: Dios no necesita para nada el gesto de la plegaria. Los que lo necesitamos somos nosotros. Hubo un momento en que el chico dejó de rezar porque ya se sentía bien, y a los pocos días volvió a tener síntomas. Éste es el problema: cuando uno ya piensa que está bien se olvida de conectar con la fuente de toda salud y de toda vida. A la gente que viene a verme –y muchos llevan una empanada mental notable- yo sólo les digo que profundicen en ellos mismos, en la tradición cristiana, que lleguen al fondo de las cosas, que se vacíen a sí mismos para volverse a llenar, que vacíen la fachada, el personaje. Que lo hagan como un acto de fe, y si no, ¡que lo hagan al menos como terapia!

- Usted…

- Mi vida no es importante.

- Cuando decidió hacerse ermitaño llevaba ya muchos años de vida monacal.

- ¡Treinta!

- Y es además el hombre que más lenguas habla de los miembros de la comunidad –inglés, árabe, alemán, hebreo…, ha visitado más de medio mundo, ha vivido en Alemania, Gran Bretaña, Oriente Medio…

- No exageremos. Todo esto no tiene ninguna importancia, son cosas que me han ayudado a prepararme para descubrir que lo único que merece la pena es lo innecesario.

- ¿Lo innecesario?

- “Venga a nosotros tu Reino…”

- ¡No pretenderá decir que el gesto de renunciar al mundo para un hombre de mundo no es importante! ¿Por qué se hizo ermitaño?

- ¡Porque sí!

- ¿No huía de nada?

- Evidentemente existen algunos motivos que condicionan…

- ¿Por ejemplo?

- Ver que en el fondo no vales nada. Aunque no merece la pena remover estas cosas.

- Venga, cuente, por favor.

- Bueno, si quieren les diré que uno de los motivos fue la ejemplaridad del Padre Estanislau, mi predecesor. Yo tenía la impresión de que había muchas cosas que yo había captado bien intelectualmente, pero que no tenía la experiencia real. Que hablaba por los libros. Y he querido llegar a estas cosas a través de mi propia experiencia. Es muy importante descubrir lo que tenemos dentro, llegar al fondo. Normalmente la gente va por el mundo pensando que tiene que hacer esto y lo otro, y dedican más esfuerzos a estar ocupados que a descubrir el sentido que tienen las cosas que tanto les ocupan. ¡Pero cuando estás totalmente solo! Entonces sale todo. ¡Es una terapia extraordinaria!

- ¿No le ha pesado nunca estar solo?

- Nunca.

- La soledad es el sentimiento más extendido ahí abajo…

- La soledad es el sentimiento de la no realización interior, de no fiarte de ti y de los que te rodean.

- ¿Tampoco ha tenido nunca miedo?

- No, no; claro que una vez, creo que fue en 1976, me dejaron un libro que se llama “El exorcista” y, puesto que me pidieron que lo devolviera rápidamente, me lo tuve que leer en una noche. Cuando lo terminé salí aquí fuera y, je, je, creo que tuve la tentación de tener miedo. La tentación, nada más. No pasé de aquí.

- ¿Le gusta la vida, el mundo?

- Lo encuentro estupendo.

- ¿Le parece que las cosas marchan bien?

- ¡Las cosas van como van!

- Nos sorprende usted.

- ¿Por qué?

- Creíamos que haría más juicios de valor. Que desde su retiro haría juicios negativos sobre la marcha del mundo, de la modernidad, que sería más beligerante.

- ¿Y por qué tendría que serlo?

- Pues porque su vida es una renuncia.

- Yo simplemente indico algunos puntos: no os dejéis tomar por las cosas, aprended a administrarlas, no os disperséis en cincuenta mil cosas, “cositas”, buscad lo esencial, buscad a Dios porque Dios no es un enunciado teológico sino que es vida. Y esto que digo no es de ahora, es de siempre. El mundo de hoy es el mismo mundo de los romanos… ¡con algunas tonterías más!

- Usted ha conocido a fondo otras culturas no cristianas.

- Sí, sí, he tenido la oportunidad de acercarme y conocer otras religiones, y es bueno saber integrar las cosas positivas. Pero una cosa es integrar y otra es tomar un poco de aquí, otro poco de allí, y construir una especie de ensalada.

Yo pienso que debemos estar abiertos, pero a la vez ser coherentes, llegar hasta el fondo de lo que eres.

- ¿Cuál es el punto de encuentro entre las distintas religiones?

- El nivel místico. Yo diría que los místicos de todas las religiones que van con el corazón abierto y que son sinceros viven la misma realidad, aunque el lenguaje sea distinto.

- ¿Cómo formularía esta expereincia?

- ¡De ninguna manera! Es intransmisible. Es como si os quisiera explicar el sabor de un “brazo de gitano”. ¡Cómetelo y lo sabrás!

- Suponemos que está informado del conflicto del Golfo…

- Ja, ja, ja.

- Se dice que entre el Islam y nosotros es difícil encontrar puntos de encuentro cuando la religión se aplica a la vida política.

- Yo tengo la impresión, visto desde aquí, claro, que en el conflicto del Golfo hay un lío inmenso de intereses. Está mal que Hussein invada Kuwait, de acuerdo. ¿Pero por qué nunca se ha hecho nada similar cuando están los judíos por medio en perjuicio de los árabes? Esto a mí me consterna.

- No esperábamos que estuviera usted tan al día en temas políticos. La pregunta se la hacíamos en el sentido religioso, aprovechando su conocimiento de la cultura islámica.

- Pues miren: a nivel interior la cosa es muy simple. Hussein está utilizando la religión en el nivel más superficial posible, que es el que provoca guerras santas. Y, por el otro lado, también existe otra religión, una religión que no tiene mezquitas pero tiene el dinero, sus bancos y su sacerdocio, y que exige sacrificios con vidas humanas para imponerse.

- El islamismo regula la vida cotidiana, mientras que el cristianismo tiende a buscar una respuesta trascendente, individual. Esto hace que nosotros tengamos estados laicos, mientras que ellos no pueden separar la religión del estado, y esto frena el progreso.

¿Piensa que existen puntos de diálogo?

- Pienso que sí, ¿pero de qué hablamos nosotros cuando hablamos de modernizar?

- Pues de que los hospitales funcionen mejor y las cosechas sean más rentables.

- ¡Eso es humanizar!

- Para humanizar hay que avanzar en la técnica, en la eficacia. Cada día somos más.

- Claro, claro, ¿pero sabemos hacia dónde vamos? ¿Qué es la libertad?

- ¿Usted es una persona libre?

- Ja, ja, ja. “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.” Miren, la raíz del conflicto es que vivimos en un mundo dualista: yo contra ti, y tú contra mí. Nos hemos olvidado de las palabras de Jesús que dice que somos uno. Y no hablo sólo de un enunciado teológico-filosófico, sino de la vivencia de que te sientas uno con el otro, del mismo modo que te sientes uno contigo mismo, con tu cuerpo, con tu mano, con tus sentimientos. Cuando te sientes uno con el otro, desaparecen todos los conflictos.

- En religión esta voluntad de ser uno ha sido totalmente excluyente. Se han hecho muchas guerras en nombre de “la verdad”.

- Claro, porque se toma el nivel superficial de la religión. Por eso digo que hay que empezar por uno mismo, vaciarse, ir de la exterioridad a la interioridad. ¡Convertíos vosotros y dejad de convertir a los demás! Convertíos y dejad de preocuparos por el día de mañana. ¿Ustedes han leído el Evangelio?

- Bueno…

- Pues yo les recomiendo que lo lean diez minutos al día.

- ¿Dónde está el mal? ¿Dónde está el problema? ¿En la búsqueda del placer?

- En deteriorar las cosas. En esto coincido con Lanza del Vasto: cuando hacemos las cosas por gusto y placer las deterioramos.

- ¿Por qué?

- El hombre tenía el agua para beber, pero con su corazón tortuoso quiso fabricar líquidos que en vez de apaciguar la sed, la aumentan. Esto es un deterioro.

- Usted hablaba de placer. ¿Por qué no puede haber placer en el sexo, en la vida, en el trabajo? ¿Dónde está la frontera?

- El sexo es obra de Dios. Él hizo al hombre y a la mujer y dispuso que el placer es una gran ayuda a la responsabilidad que tienen para ser padre y madre. Ésta es la frontera.

- Usted se permite pocos placeres… ¿Qué come normalmente?

- Poco, poco, pan con cebolla, arroz integral, lechuga. No necesito más.

- ¿Cómo es su jornada?

- Me levanto a las seis, hora solar, ¿eh? No esos horarios vuestros que os ponéis el reloj a las seis y os pensáis que son las seis. Hago la plegaria, meditación, silencio, digo la misa. Luego trabajo, cosas de la casa, a veces alguna traducción, podo los árboles, recibo visitas.

- ¿No le molestan las visitas?

- Sí y no. A veces alguien me pregunta si no me estará molestando y yo le contesto: “Mire, yo he venido aquí para que no me moleste nadie y por lo tanto usted tampoco me molesta.” ¿Qué les parece?

Y, por si quedan dudas, el Padre Basili nos cuenta la historia de un padre del desierto.

- Era un ermitaño de la Tebaida que un día iba a la ciudad. En el camino se encontró a una mujer tendida que necesitaba ayuda. Y se preguntó: “¿Ayudar a esta mujer necesitada forma parte de mi carisma?” Y se dijo: “No sé si forma parte de mi carisma, pero necesita ayuda y la voy a ayudar.” ¿Queda claro?

6 comentarios :

  1. Vaig tindre el privilegi d'estar amb ell molts caps setmana quan jo era adolescent, més enlla del savi recordo que era persona,una bona persona.

    Exemple a seguir i escoltar amb el cor obert i humil...avui el recordo molt,molt especialment !!

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  2. Gracias OTC por haber comentado tan lindamente sobre el Padre Basili. Muy buena persona, pero sobre todo un hombre de Dios!!!

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  3. Soy Brahmin de La Universidad Mundial Brahma Kumaris, y me encanta ver la de veces que todas las religiones, los devotos auténticos, coinciden/imos en lo básico que es conocer a Diós, nuestro Padre. Cuando de verdad conectamos con Ël...ya nada más importa, ya nada más pre-ocupa, y la felicidad empieza a rebosar, pero nosotros creemos en el camino de la familia, ser un eremita/ermitaño o sanniasi (http://es.wikipedia.org/wiki/Sanyasi) aunque parezca más dura la vida en el aislamiento, es más fácil llegar a la pureza así, que en el camino de la familia donde permanecer puro es una lucha diaria, pero la vida brahmin es del camino de la familia.
    .

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  4. También él, esta en mi corazón por enseñarme el verdadero camino; Cuanto lo recuerdo, sus palabras sus risas sus gestos su mirada su sonrisa, y mas hoy, recién llegado de Montserrat donde he visitado su ermita de la santa cruz.

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  5. Gracias Cándido por tu bello comentario. Gracias por compartirlo!!!

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